En la serie CASI (Interludio), el autor muestra un interés no tanto hacia la imagen en sí, como resultado final, como algo elaborado y acabado, sino más bien hacia la propia pintura, su proceso y, sobre todo, hacia el acto, o quizá la actitud.

Así, el autor realiza una especie de “cualquier cosa” dejando libertad al gesto, que a veces no es ni siquiera eso, sino mancha, borrón o accidente, siempre al borde de la desaparición. Están, entonces, a punto de no ser nada... si añade aquí, ya hay demasiado; si quita allí, no son nada; si modifica, es ya otra cosa.

No hay nada necesario ni perfecto. A este respecto hacen pensar en Samuel Beckett, pues nacen de una especie de afirmación y negación a la vez, en un contexto de indecisión. Son, cuando se dan por finalizados –o abandonados- porque el autor los ha dejado de esa manera concreta, pero no por nada más; podrían haber sido otra cosa.

No pelea con ellos, se deja llevar, jugando con la materia. Algo más ligero y leve y al final son casi nada: comienzan a funcionar, completamente, cuando se relacionan unas con otras y con la pared de fondo. Es ahí cuando vemos diferentes colores, multitud de matices y encontramos cierto ritmo y discurso, sin imágenes (casi) y sin palabras.

Toma los nombres de las Ciudades Invisibles de Ítalo Calvino, haciendo referencia a lo femenino, lo leve, la simetría, el jardín...

***

De manera recurrente, las investigaciones en torno al aspecto temporal de la pintura han llevado al autor a agrupar las obras en dípticos, trípticos o secuencias.

En este caso produce lo que viene a llamar ensemble, esto es, unión de piezas que no fueron creadas para ser unidas, pero que, de repente, mediante un gesto tan simple como juntar varias obras, hace a éstas funcionar como conjunto, aunque sin perder cada una de las partes su autonomía.

La obra gana así en potencia y dinamismo y se provoca una especie de “descoloque”, de fractura, de duda, muy emocionantes. Están juntas y conforman una nueva obra, sí, pero de un modo tan efímero y casual -pues podría no ser así o ser de otra manera- que adquieren una levedad de gran belleza.

De cerca se ven algo los bordes de las obras, casi como fallas, y constatamos que fueron cuadros independientes, incluso lo siguen siendo, pero que se han juntado por algo mayor y más bello y rotundo, renunciando en parte a su identidad.

Hay una lucha constante e irremediable de afirmación y negación de ellas mismas y de su conjunto -a lo Beckett, de nuevo- que de pronto revuelve.

Por otra parte, entran en juego con el espacio que las contiene. Es más objeto, instalación, invadiendo por ello el espacio del espectador, pero sin dejar de ser pintura.

En este interludio, espacio, tiempo y gesto se convierten en los elementos fundamentales de la serie CASI.